-¿Acaso ya no te acuerdas de aquellas tardes?-. le pregunto él con tristeza.
-El tiempo borra los recuerdos-. contestó ella fríamente.
Se obserbaron el uno al otro durante varios segundos. La mirada analizadora de ella contrastaba con las suplicas que gritaban aquellos ojos almendrados. Hacía más de cinco años que no se veían, tiempo suficiente para que una persona aprenda a odiar y eso fue lo que hizo ella, odiar a alguien que la abandonó cuándo mas lo necesitaba.
-Me abandonaste-. le gritó con odio.
-Yo..no te abandone Carla, ambos sabíamos los riesgos que corriamos al seguir.
-¡Mentiroso!, tu me prometiste que volverías, me juraste que SIEMPRE estarías ahí. Nunca volviste, JAMÁS contestaste a mis llamadas-. añadía mientras su tono de voz disminuía poco a poco hasta quedar en un pequeño hilillo suave y melancólico.
-¿No te vale que este ahora aquí?-. le pregunto suplicante
-No-. espetó con frialdad-. Hace un par de años quizás, pero ahora NO. Yo he madurado, tu deberías hacerlo.
-Yo también lo he echo, pro eos he vuelto-. le reclamo mientras se comenzaba a acercar a ella.
-No des un paso más.
-Perdóname por favor-. Le pidió mientras buscaba su mirada y seguía avanzando en su dirección.
-Jamás-. le contestó cortante mientras comenzaba a retroceder.
-¿De verdad me estas diciendo que quieres olvidarlo todo?¿Dónde quedo aquel para siemrpe que tu misma dijiste-. preguntó como último recurso.
En ese momento sus miradas se encontraron. Lo miró con todo el odio y la rabia que llevaba sintiendo hacía él años y habló.
-No existen los para siempre-. le espetó fri¡íamente antes de darse la vuelta y caminar a un paso rápido en dirección a la salida. Podía oír a sus espaldas los sollozos de la persona a la que más ha querido y la única a la que ha amado y amará. El dolor la consumía por dentro, pero su orgullo era demasiado grande.
Adiós Bill Kaulitz murmuró en un corto suspiro antes de abrur la puerta, puerta que marcaría el final de todo si la cruzaba. Él aún tenía esperanzas de que ella se arrepintiera, pero no...
Cruzó la puerta con pasos torpes y lento, se giró para cerrarla y le dirigió una última mirada cargada de dolor. Adiós al amor que llevaré siempre clavado en el fondo de mi corazón pensó ella antes de comenzar a caminar sin rumbo por las frías calles de un alborotado Berlín.
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