Miro tu lado de la cama y sonrío con suficiencia mientras me engaño a mi misma haciéndome creer que el vacío que has dejado no es tan grande. Saco a mi corazón del refugio en el que se ha escondido estos días en lo mas profundo de mi ser. Lo miro y le digo seriamente que se deje de estupideces y que vuelva a ser el mismo, debe curar sus heridas y volver a latir en mi pecho de la misma forma que lo hacia antes que el llegara, pero no me hace caso y me dice amargamente que ya no soy su dueña, que no tengo nada que hacer con el, ya no atiende a mi ordenes. Lo vuelvo a coger, y antes de guardarlo en su lugar correspondiente masculla por lo bajo lo estúpida que fui al elegirle a él. Bufó cabreada mientras pongo los ojos en blanco y lo mando a paseo, que hablando de paseos. Desde hace unos días me sobra una mano cuando deambulo distraida por estas frías callejuelas. Siempre paso por ahí delante, por nuestro banco. Me torturo a mi misma (como si de una maldita masoca se tratase) al volver a casa por el camino que tu me enseñaste, ese atajo que antes era lo mejor del mundo y ahora es lo mas aburrido de la tarde.
El reloj que llevo en mi interior suena cada vez mas fuerte. Recordándome que pierdo cada vez mas tiempo, y que las horas pasan desiertas, sin ningún momento que se pueda calificar como un recuerdo. Odio esta vida que se ha puesto delante de mis ojos desde que tu te fuiste. La monotonía tapa mi visión de las nuevas experiencias.
Me repito a mi misma que ya no te quiero, pero siempre esta ahí ese insufrible vocecita que me dice que eso es mentira, que yo te sigo amando como el primer día que nos acostamos.
Mi vida no ha cambiado tanto ahora que la analizo. Hago las mismas cosas, la única diferencia es que ahora solo las hace una persona, no dos. Creo que en poco tiempo aprenderé a vivir sin ti (notese la ironía) interrumpe esta estúpida voz. Sin duda, has sido mi peor error.
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sonrisas que se expresan